En correos anteriores, hablamos del peligro del mercurio como conservante de las vacunas. En éste correo, hablaremos también del uso del mercurio en los empastes dentales. Como siempre, informarse es el objetivo de estos correos, al final de cada artículo, le ofrecemos otras fuentes de investigación a favor y en contra de lo que decimos.
La disputa sobre la amalgama como empaste dental o las aleaciones continúa. El Instituto Federal de Medicamentos de Alemania afirma ahora que la "amalgama contribuye censurablemente a la contaminación del hombre". Desde el 1 de julio de 1995 limita aún más el uso de la amalgama durante el embarazo y el período de lactancia. Pero no terminan de prohibirla, porque la amalgama, es un tema político: pues un 95% de la población tiene amalgama en su boca. Si la seguridad social reconociera los perjuicios para la salud, se vería obligada al saneamiento gratuito de los dientes, pero esto costaría millones de euros. No obstante, en Japón se ha cambiado a empastes de plástico desde el año 1982. En la Ex-URSS la amalgama está prohibida desde 1975.
A continuación podemos ver un ejemplo sobre el tema.
Alicia es un ama de casa de 40 años que desde hacía seis tenía el pelo débil, las uñas quebradizas y un eccema en la piel. Había recurrido sin éxito a la medicina convencional y a la alternativa, hasta que su última terapeuta le aconsejó visitar a un dentista bioenergético porque sospechaba que la causa de su problema podía estar en la boca.
En la primera visita, y después de un intercambio de impresiones, el dentista examinó su boca. En ella había una prótesis casi total -fijada en el paladar superior- que estaba mal ajustada y le causaba una irritación de las encías. En este puente había varias piezas que presentaban focos infecciosos, ya que no se les había hecho una buena desvitalización (matar el nervio). Este mismo problema afectaba a tres piezas del puente inferior.
El dentista le explicó a Alicia que gran parte de la irritación de sus encías, se debía a la combinación entre la amalgama de los empastes, y el cromoníquel del que estaban hechas las prótesis. A nivel eléctrico, estos metales tienen una diferencia de potencial que, al unirse, genera un milivoltaje que sobrecarga los meridianos energéticos y, en consecuencia, puede afectar al funcionamiento de los órganos que rigen. Parece ser que el problema de Alicia empezó con una sobrecarga energética del meridiano que regía su piel.
En el tratamiento se levantaron los puentes para facilitar la cura de los focos infecciosos y se volvieron a tratar las piezas mal desvitalizadas. El dentista sustituyó además los empastes de amalgama por empastes de resinas compuestas, y el puente de cromoníquel, por otro provisional de resina (menos tóxica). Es decir, eliminó los metales causantes de su problema.
Tres meses después del tratamiento, Alicia vio cómo desaparecía la irritación de las encías y a los seis meses los focos sépticos remitieron por completo. Un año después concluyó la reconstrucción de su boca con puentes de metal cerámico y una aleación de alto contenido de oro bajo ésta. De esta manera desapareció el eccema de la piel y las uñas y el pelo volvieron a ser fuertes. Un año después, su estado general era bueno. De este caso aprendemos que, un tratamiento global de la persona, siempre es deseable. Asegúrese consultando a dos o más profesionales, y recuerde que usted es el único responsable de su salud.
Manuel Ramos.
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