Hace un rato llegué de hablar con una clienta que tiene malas digestiones. Parece que éstas malas digestiones están relacionadas con problemas emocionales y ha probado cientos de remedios y no parece recuperarse. Después de hacer un test kinesiológico que descartaba varias causas posibles, he vuelto a usar con ella algo que les puede parecer increíble, usé la Música para su curación.
Esto me hizo recordar que la primera vez que usé ésta técnica de curación, fue hace muchos años en Sevilla, con una chica que estudiaba piano y también padecía de fuertes acedías y gases que le hacía la vida imposible. Gracias a la kinesiología, aislamos el problema y le pedí que recitara las ocho notas musicales. Al comprobar cada una de las notas, comprobamos que al usar una de éstas notas, el problema de la chica se corregía.
Asombrado pero confiando en que de nuevo la kinesiología me daría los buenos resultados a los que me tenía acostumbrado, le sugería que hiciera una composición musical en la que, la nota predominante, fuera aquella que corregía la desarmonía en su estómago. A las pocas semanas, volvió para decirme que desde que comía escuchando la composición musical, sus digestiones eran perfectas y que si comía fuera de casa o donde no podía oír dicha composición, descubrió que sólo con pensar o mantener la nota musical en su cabeza, no tenía problemas digestivos.
Como siempre repito, somos únicos y he intentado esta técnica con otras personas y no funciona. Sin embargo, funciona y muy bien sobre todo en personas que están relacionados con la música y que de alguna manera especial, saben distinguir entre una nota y otra.
A partir de aquella experiencia, usé la música con otras personas y esto me llevó a re-descubrir que somos energía y frecuencia vibratoria y que si algo no está «afinado» en nuestra salud, ésta podría fallar.
Un caso de uso de la música pero al contrario se presentó rápidamente en mi casa. Mi yerno se quejaba de que algunos días no podía afinar su guitarra y le pedí que entonara la nota musical que se usa para dicho menester y con asombro constaté que su cuerpo volvía a mostrar desarmonía ante dicha nota musical. En este caso lo que hice fue hacer un repaso por sus órganos y sistemas corporales hasta encontrar que se localizaba en la columna vertebral. En su caso era debido a que una de las vértebras dorsales no estaban bien alineada. Se la corregí con la correspondiente manipulación y al día siguiente venía muy contento porque ahora, afinar la guitarra no representaba problema alguno.
Me dio por investigar más acerca del tema y descubrí que la columna vertebral, si se percutía sobre ella, se podía diferenciar notas musicales en cada vértebra, cubriendo una gama de tres octavas. Más adelante aparecieron órganos del cuerpo que también de alguna forma tenían una resonancia con las notas musicales.
Desde entonces he tenido cientos de anécdotas con personas casi siempre relacionadas con la música y en la que usamos ésta técnica para su curación.
En la isla tengo varias anécdotas y entre ellas tengo la del componente de un trío musical que me comentó que debido al esfuerzo por tocar la gaita pero a pulmón, hacía unos meses se desmayó durante un concierto. Testamos las notas musicales y apareció una nota que después de repasar en la partitura coincidió con el momento del desmayo. En este caso de nuevo estaba implicada la columna vertebral. Se hizo la correspondiente manipulación en la vértebra y a partir de ese momento terminó el problema para él y me convertí según sus palabras en su “chamán”.
En otra ocasión testé a una señora que tenía “colon irritable” desde hacía treinta años. Descubrimos que si por la noche antes de dormir, colocaba unos cuencos tibetanos sobre el abdomen y los golpeaba durante unos minutos, al día siguiente podía comer de todo lo que la privaron los médicos por culpa de su enfermedad durante tantos años.
Otro día, más.
Salu2 Manuel