Hace más de 30 años fui invitado, junto con una veintena de colegas, para asistir a una convención en un lujoso hotel de Sevilla. La razón fue que una importante fábrica de productos de herbolario quería presentar una nueva línea de productos. La presentación corrió a cargo de un investigador y un comercial de la empresa. La nueva línea de productos era de vitaminas y minerales.
Se hicieron y comentaron muchas preguntas y al final la cuestión que no se supo responder fue: Si vivimos en una sociedad donde se puede acceder a una gran variedad de alimentos ¿cómo es posible encontrar a alguien que le falten vitaminas o minerales como para recomendarle estos comprimidos? El científico reconoció que podíamos encontrar sobre todo en ancianos que por comodidad o falta de destreza comían siempre lo mismo, alguna subcarencia, pero no una carencia total. En esto medió el comercial y dijo: ¡Como de todas formas no son dañinas pues…! Sigue leyendo
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