Ese número tan raro no es la fecha de la última zafra de recolección de plátanos en La Palma, corresponde a un sistema de identificación de colores llamada Pantone. Por ejemplo, los registros de ventas de la empresa multinacional de frutas llamada Dole, indican que los plátanos de color Pantone 13-0858 (también conocido como amarillo vibrante) se venden menos que los plátanos de color Pantone 12-0752 (también llamado botón de oro), que visualmente es un grado más cálido y sugiere una fruta más madura y fresca. Las empresas como Dole han analizado los efectos en las ventas de todas las variedades de color y, por consiguiente, plantan sus cosechas en las condiciones más propicias para obtener el “color” adecuado.
Suficiente para todos.
Ayer oí en un documental de la TV que con la actual producción agrícola mundial se podría dar de comer a toda la población mundial hasta el año 2070. El problema, según se explicaba, era que la gran mayoría de frutas y verduras no cumplían con las normas “estéticas” que pedían los consumidores.
Recuerdo hace años hablando con un agricultor ecológico de Huelva que me decía: “Si quieres saborear una manzana buena de verdad, coge siempre la que tiene gusanito. El gusanito lleva toda su vida evolutiva escogiendo la mejor manzana para comer”.
Un catedrático de la Universidad de Valencia escribió un magnífico trabajo con el título: “El daño estético a los productos agrícolas y el manejo integrado de plagas”, resaltando el hecho de que: “habría que concienciar a agricultores y compradores, a la Sociedad, y se deberían tomar medidas por comisiones formadas por representantes de todos los sectores implicados para proponer tolerancias internacionales en la presentación”. Al final la palabra clave es la tolerancia, como se suele decir: “ninguna madre ve feo a su hijo”, es decir, la autogestión de nuestra alimentación seguro que nos haría tolerantes con los productos de nuestra huerta. Claro, así sí se podría alimentar a todo el mundo.
Lo que no mata, engorda.
Este era un dicho de las personas mayores que quería decir algo parecido a que si los problemas a que nos enfrentamos podemos vencerlos con ingenio, constancia, trabajo… seguro que saldremos “engordados” o, lo que es lo mismo, fortalecidos y con la autoestima bien alta. Ahora a este dicho lo llaman resiliencia. Una catedrática y doctora en agricultura lleva años investigando sobre las propiedades de los alimentos orgánicos (no se usan con ellos ni pesticidas ni fertilizantes) y sus modificaciones genéticas. Por eso su discurso es tajante: “Este tipo de alimentación ya no es una cosa de dos jipis como antes; ahora es algo global”. Por esto yo sugiero la autogestión de la tierrita y para los agricultores profesionales lo que se hacía en tiempos de su padre, sin usar pesticidas o fertilizantes, conseguir una agricultura ecológica que podría reflotar el negocio. En esta profesión como en todas, el reciclaje y conocimiento no termina nunca.
Para los que viven en grandes ciudades o que no tienen acceso a un trozo de tierra para cultivar o compartir, hacer la compra en los mercadillos de agricultores o los llamados grupos de consumo, para comprar al por mayor y directamente del agricultor, u organizarlo tú mismo. En internet puedes encontrar mucha información.
El interés por la alimentación ecológica es pensar no solo en nosotros sino en nuestras próximas generaciones. El daño que le estamos haciendo al entorno, los acuíferos y medio ambiente es, por desgracia, algo acumulativo y serán nuestros descendientes los que lo padezcan. Es por esto prioritario que dejemos nuestro egocentrismo y pensemos en los demás. Aceptar una manzana con gusanito simplemente nos obligará a “desalojar” amablemente al inquilino y devolverlo a la tierra. Además alimentaremos a nuestros hijos con acciones que les servirán para su vida futura, enseñándoles respeto por la vida y valorando los alimentos de la manera apropiada.
Trailer interesante: