Arco Iris de Salud Salud y Vida Natural

Este domingo para celebrar el pasado día del Pilar con la familia, decidimos ir a un nuevo restaurante recientemente inaugurado precisamente en las salinas de Fuencaliente. Es el restaurante temático El Jardín de la Sal. Se llega desde un gran aparcamiento al lado del nuevo faro y por un cuidado camino se accede al restaurante, al lado se encuentran unas salas dispuestas para que sea una exposición permanente de la historia y  trabajo que esta salina lleva a cabo. Según los carteles ya instalados no sólo se quedará en un restaurante y centro de interpretación, también incluirá un spa donde, por supuesto, la talasoterapia se dará por descontado. Desde que llegamos al camino, unos carteles nos advierten del deseo de los propietarios y los palmeros que nos recuerdan que esta zona es un espacio natural protegido. Se nota que es una edificación muy cuidada, con techos de madera, paredes acristaladas para no perder nada del paisaje y tanto el mobiliario como la cubertería son de diseño moderno y de calidad. En la planta alta tienen un bar con una amplia terraza desde la que se pueden contemplar las estupendas puestas de sol de Fuencaliente

Le comentamos al camarero que nos toma la comanda, que venimos porque alguien nos recomendó el bacalao como una delicatessen. Al ver la carta nos damos cuenta que es un restaurante temático y por supuesto, el camarero nos recomienda pescado de la zona. Pedimos un poco de todo para compartir y aprovecho para preguntar de donde sale el personal. Me comenta que todos los trabajadores de la cocina e incluso él mismo vienen del I.E.S. Virgen de Las Nieves, de los ciclos de formación profesional. Los otros camareros y el resto del personal vienen de toda la isla. El servicio es rápido y eficiente si se llega temprano. Uno de los dueños nos comentó que los fines de seman se ven desbordados pero como él decía «estamos aprendiendo de los errores y subsanándolos».

El bacalao con pimientos fritos y su rodaja de boniato amarillo estaba exquisito. Pedimos una ensalada de la casa que no solo tenía una presentación detallada sino que incluía tomate, lechuga, calamar, naranja e incluso piña asada. Todo acompañado con vino blanco de La Palma y muy fresquito. Unos gueldes o ruamas crujientes con una salsa muy equilibrada, ni picante ni insípida, en su punto. Panes de distintas harinas y un fresquito muy agradable bajo el porche de madera. Llegó el postre y nos ofrecían algo tan palmero como: ralera de gofio y vino. Opté por un trozo de tarta de chocolate con menta y fresa y los correspondientes cortados para todos. El precio muy razonable para la calidad que ofrecen. Se nota que aplican la filosofía del slow food que promueve el retorno a los valores tradicionales de la cocina, el consumo de productos de cercanía y de temporada y el respeto al medio ambiente.

Ya saben ahora ya no sólo recomendaremos la sal de Fuencaliente, también su restaurante. Por cierto, ahora es visitable toda la zona y se pueden hacer fotos tan bonitas como estas.