En La Palma una madre me citó porque su hija no conseguía dormir bien, después de hacerle un test de kinesiología descubrimos que tenía “exceso de color naranja”. Al visitar su dormitorio descubrimos que hasta las paredes eran de este color, le sugerí que fuera poniendo toques del color complementario y la niña poco a poco consiguió un dormitorio más colorido y un sueño más reparador. En Gran Canarias para otro chico la solución fue más sencilla: una almohada de color violeta lo calmó lo suficiente como para conciliar el sueño. Los colores de la naturaleza nos da una pista para una higiene natural, sólo mira una puesta de sol, al final, el último color es violeta y nos dice que es hora de dormir. Seguir leyendo
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13 May
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