Cuando era pequeño recuerdo que una señora venía todos los días a casa para vender leche. Como travesura me gustaba decirle bromas y un día se me ocurrió gritarle: ¡la mitad es agua! a lo que ella rápidamente respondió sin pensar: ¡no, no, la mitad es leche!
El uso del lenguaje para manipular a las personas es muy usado y evidente, por ejemplo, en la política. El impuesto temporal solidario o los ajustes suenan menos malo que decir que sube el IVA o que te van a recortar en sanidad. Seguir leyendo
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